El pasado viernes asistí a una conferencia de Catherine L’Ecuier basada en su libro «Educar en el asombro». Ya me lo había leído, por eso quería conocerle y escucharle. Superó mis expectativas al poder redescubrir en mi vida cómo vivo el asombro y ver de nuevo a mi hijo sabiendo que lo puedo hacer con una mirada siempre nueva, como la que él tiene.
Tener un hijo es más que un regalo, pues es un don y una tarea. Cada niño, cada vida que es concebida, esconde un misterio. Y su mirada nos transforma.
Nos estamos preparando para celebrar la Navidad, el nacimiento de un Niño. Limpiar la casa, hacer compras especiales, pensar en los demás cuando escribimos la carta a los Reyes Magos para ellos… muchas tradiciones nos pueden ayudar a celebrar estas fechas tan familiares. Y si tenemos algún niño/a en el hogar lo vivimos de forma especial, ¿por qué?, quizá sea por «ponernos a su altura» y ver la vida con sus ojos, una mirada de ilusión e inocencia que se nos contagia.
Cuando hay pequeños en casa, se cuidan los detalles al preparar con ilusión las fiestas, los regalos, se cantan villancicos sin ningún pudor pues nos invitan a generar un ambiente distendido y alegre.
Los pequeños nos enseñan a ASOMBRARNOS de la vida.
La Navidad es NATIVIDAD, es el Emmanuel quien viene a nuestro hogar, un Niño para llenar de esperanza nuestras vidas.
«El gran misterio del Adviento no es nuestro camino, sino el camino de Dios hacia nosotros» (La quinta vela de Adviento, José Granados)
Ojalá seamos capaces de vivir este tiempo «en camino», y la Navidad con el valor que tiene.
En esta sociedad de consumo hay que comprar «con sumo» cuidado, para que estas fiestas no sé transformen en un «banquete de Boda sin novios«.
Nuestro deseo es que sepamos celebrar la fiesta en todo su sentido, FELIZ CAMINO HACIA LA NAVIDAD.
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